Espacio para pensar(nos) gremial y pedagogicamente desde Seguí y en nuestro quehacer cotidiano como Docentes y Estudiantes.

sábado, 20 de octubre de 2012

Taller del 19 de octubre/2012

Creación de un Cuento Colectivo, ovillo de lana de por medio.


Hace muchos, muchos años comenzó nuestra historia en América. Aunque muchos dicen que fue que comenzó con las carabelas de Cristobal Colon, yo no creo que fue así.
Antes de que llegara Colón eran todos guaraníes acá. Si Colón no hubiera llegado a América nosotros no hablaríamos como estamos hablando ahora. Si Colon no hubiese llegado nosotros estaríamos hablando de otra forma y estaríamos vistiéndonos de otra forma. 
Cuando llegó Colón les enseñó a hablar de otra forma, como nosotros estamos hablando. Y a vestirnos bien. Si no hubiese venido, no tendríamos escuela, no tendríamos casa, no tendríamos ropa. No tendríamos kiosko, tendríamos que comer...emm, cosas de otro lado. 

Llegó y cambio todo. Hicieron casas, ropa, zapatos, escuela. ¿Habrán estado contentos de que llegó Colón? No. ¿Por qué? Porque vinieron ellos. ¿Cómo estaban? Mal. ¿Qué hicieron ellos? Los asustaron. Pelearon.  

Ehh, vamos a decir que había una vez en ese continente al que Colón recién había llegado, había un aborigen  llamado Lucas. Él vivía con sus hermanos en este continente, y estaban todos muy preocupados por lo que estaba pasando. Decían que Cólon estaba cada vez más cerca. Y entonces, pasó algo. 
Lucas conoció a otro guaraní que se llamó Jaju. Él también vivía con los hermanos y estaban preocupados. Porque decían que iba a llegar Colon con los soldados e iban a pelear. Iban a matar a todas sus familias y todo y les iban a cambiar todas sus costumbres y todo eso.
Todos los primeros habitantes de toda la zona se empezaron a reunir, varias tribus. Empezaron a dialogar para formar una estrategia. Para cuando viniera Colon, qué hacer. Si pelear, si matar, si morir, o dialogar y ganar con nuestro dialogo. 
Ellos decidieron pelear. Pelear contra Colon antes que cambiara todo. 
Vinieron otro, hicieron una ronda y pelearon contra Colon.
Ganó Colon y cambio toda la vida. Escuela, zapatos, ropa, shampoo, peine. 
Los guaraníes estaban tristes. Lucas lloraba.
Pelearon y perdieron.
-Parentesis: ¿Fue justo que Lucas perdiera? No, ellos tuvieron que ir muy lejos para buscar a todas las gentes para pelear con ellos. Aunque Colon les haya ganado y los haya cambiado, nunca dejarían de ser guaraníes. No quiere decir que sean como Colon.  En medio de todo eso, ¿qué piensa este aborigen?-
Volvieron a pelear. Llamaron a todos sus hermanos. Llevaron para pelear, flechas, lanzas y estaban seguros que iban a ganar. Ahora eran miles. 
Ellos tenían mucha ilusión, pero al final ganó Colon porque tenía pistolas, más armas, mas hombres, mas cosas que no eran lanzas ni arcos. Entonces ganaron ellos. Todos estaban tristes porque habían perdido la guerra. Pero, aunque Colon haya ganado nunca iban a ser como él. Porque ellos desde que nacieron eran guaraníes, sus padres eran guaraníes. 

viernes, 12 de octubre de 2012

Taller del 12 de octubre/2012

Hoy hablamos sobre Colonización. Sobre como los conquistadores nos colonizaron. Sobre como los chicos son colonizados por los adultos cada día.
Y esto nos llevo a preguntarnos quienes somos. 



Aquí, una respuesta a esa pregunta desde las Literaturas Originarias:

Soy el sueño de mi abuelo
que se durmió pensando
que algún día regresaría
a esta tierra amada.

He corrido a recoger el sueño
de mi pueblo
para que sea el aire respirable
de este mundo.
                      
                                                                                  Leonel Lienlaf 

jueves, 11 de octubre de 2012

Milagros y epifanías - Por Ricardo Mariño


Texto pronunciado por el autor el 24 de agosto de 2012 —“Día del Lector”, en conmemoración y homenaje al natalicio de Jorge Luis Borges—, durante la presentación de los resultados de la Encuesta Nacional de Hábitos de Lectura 2011 en el salón Leopoldo Marechal del Palacio Sarmiento (Ministerio de Educación de la Nación, Buenos Aires). 

Como promotor de la lectura, soy un evangelizador vergonzante. Un predicador que se avergüenza de su traje negro y los zapatos lustrados, que no puede ensayar la sonrisa comprensiva hacia los descarriados, y que hasta está dispuesto a aceptar que se puede vivir sin ese dios en nombre del cual uno ha tocado el timbre a las ocho de la mañana del domingo.
Inicio del sermón: Siempre se asoció la lectura con cierta expansión del individuo y se subrayó su valor como recurso para entender el mundo y ser más libre. En esta época de avance del discurso técnico, de indigencia verbal y de construcción de un medio ambiente que uniforma, la lectura, especialmente la lectura de literatura, parece ser imprescindible para restituir la salud de lo central que nos constituye como sujetos: el lenguaje. A diferencia de los sistemas de señales o de códigos de las máquinas y de algunos animales, nuestro lenguaje incluye la diferencia, la ironía, la cita, el error, la vacilación, el lapsus, la conciencia de expresarse, y todo eso que lleva a decir lo propio, lo singular de uno en cada momento. Una imagen no vale mil palabras salvo en el caso de que se tenga posesión previa de esas mil palabras. El mecánico ve mil cosas cuando abre el capot del auto, yo no. Respecto a los problemas que puede provocar un coche, él goza de más libertad que yo. A más palabras, más libertad. En esta época en que el género charla está en vías de extinción y la gente parece dialogar mediante lugares comunes de la televisión, en esta época en que la gente habla como navega por internet, sin anclar en nada concreto, sin hacer “trabajar” a las ideas, la lectura de literatura que exige despojamiento y paciencia, es la vía más apropiada para encontrar lo singular, lo que nos expresa. La literatura ensancha los límites del lenguaje, pone a la vista sus estrategias y la lectura, como los viajes, da perspectivas, aporta nuevos ángulos de visión, hace a la gente menos esclava de las convenciones, pone distancia respecto al discurso ajeno. Todo lo que puedo decir en mi sermón es que la lectura es savia, savia con “v”, y que es protección contra cualquier intemperie. Fin del sermón.
Pensándolo mejor, es la predicación lo que no me cierra, la lata de vendedor, lo publicitario, la carga de moralismo que hay en las bajadas de línea que piden más y más lectura. Si no me va la predicación, en cambio no tengo más que buenas expectativas hacia los milagros. Produzcan un milagro delante de mi casa y tendrán en mi un creyente. Hagan que la lágrima resbale por la cara del santo el día que yo visite la iglesia, y me tendrán con ustedes. Separen las aguas para que yo pase, y contarán con mi fidelidad. Milagros, epifanías, apariciones, sí, predicación no. La directora pintarrajeada diciendo por el micrófono que hay leer, no. Milagros llamados Borges, Kafka, Arlt, Bolaño, Flaubert, Saer, Carson Mc Cullers, Philip Dick, Pizarnik, sí. Acerquemos los milagros a las casas, llevemos los milagros a las escuelas, que no quede un argentino sin su milagro.

domingo, 7 de octubre de 2012

Deseo volar para ver el sol


Había una vez una niña que siempre soñaba con volar, con parecerse a un avión, una avioneta o cualquier cosa que volara pero quería volar. Un día ella pensó que estaba volando, pero como era muy livianita pasaba que prendió el ventilador y salió volando. Cuando iba saliendo por la ventana, se cayó en el jardín de su casa y su madre le preguntó que qué hacia tirada entre todas las flores y entre todos los árboles. Ella respondió que estaba jugando con una amiga, y que ella sin querer la empujó y se cayó ahí. La madre le preguntó dónde estaba la amiga, y ella respondió que se había sentido mal por empujarla y se fue.
Después su deseo se cumplió, y ella no podía creerlo: Estaba volando.
Se alegró tanto que, mientras estaba volando, bajó a su casa y se puso un vestido de todos colores y brillos y también se puso un capa roja, se bañó, se peinó y se fue a seguir volando y a cumplir su sueño... CONOCER EL SOL.

Abril

Taller del 5 de octubre/2012 - Hacedores de sueños

Deseo tener una casa de helados

Había una vez una niña que quería tener una casa de helados y se le cumplió. La nena que se llamaba Valentina pero era verano y a la nena se le derritió y se puso a llorar.
Alfonsina

Yo sueño con princesas del mar

Yo sueño con princesas del mar pero yo también quiero ser princesa del mar pero ese era mi sueño ¿pero pensaba que algún día ese sueño se haría realidad? lo voy a compartir con mis amigas que se llaman Narella, Abril. Pero esperando, esperando si apareció pude conocer princesas en el río.

María
Que a mi me llevaron presa

Yo era libre pero un día me pasó algo: me llevaron presa y yo triste y me pregunté qué me pasó me pregunté y investigaron pero si era Vanesa la chica que estaba encarcelada por veinte meses y de tanto aguantar la dejaron libre a Vanesa pero volvía a hacer algo la encarcelaron de nuevo hasta que la dejaron libre para siempre y Vanesa vivió feliz para siempre.

Constanza

Deseo tener una casa nueva

Yo hace un año estoy esperando mi pieza arriba. Falta baño, inodoro. Voy a pintarla lila, porque es mi color preferido el lila. En la pared colgué un porta retrato de Violeta y mi cama era de color rosado y negra y blanco. Era muy grande y linda y una muñeca llamada Blanca como las nubes.
Alejandrina



Chico Bestia

El Chico Bestia es maldito porque es una bestia porque es feo.
Se comía a la gente porque tenía una boca re grande. Un día apareció en el Taller corrieron los chicos, el los seguía hasta que a mí se me ocurrió asustarlo con un BUAAAA.
Lucas

Tener quince años y ser cantante

Hace 14 años, una chica dijo "tener quince años y ser cantante", Fo, se quejó que nunca voy a ser cantante pero su voy a tener mi fiesta de quince. Pasaron dos días y ella de repente apareció con un vestido verde manzana y su padre y la pasó genial.
Pasaron muchos años y ahora ya tiene 20 y está embarazada. Nació la beba y la llamó Luz Milagros y la chico dijo: "ahora no voy a cantar más pero si cantar canciones de cuna".

Narella




Apuntes para un posible catalogo de sueños y deseos

Trabajamos con chicos de los dos Primer grado de la Escuela N° 61 en el marco de El Arte con la gente. Durante la hora de taller, exploramos los sueños y deseos de cada niño.



Chico Bestia se convertía en murciélago 

Deseo volar para las estrellas

            Que yo estaba al lado de una casa y me quería comer un dinosaurio

Mi hermana nadaba en agua con ballenas no se la comieron se fue al campo quería ir con ella pero me metí en la montaña en el agua nadaba pero me comí la ballena grande.

es muy oscuro estaba en un laberinto me seguían un vampiro me cachó y morí

en el bosque había un dinosaurio en los árboles

que no estaba mi papá y no estaba mi mamá que me quedé sola

aquella vez que me regalaron una muñeca preferida y ella me acompañó todas las noches y cuando tenía miedo en los viajes cuando era de noche que viajaba y llovía cuando llegué a la casa caían rayos era una noche muy tenebrosa pero mi muñeca me protegía

yo sueño que tengo un caballo bien para pasear en el campo

jugar a la pelota en Seguí tener amigos nuevos

que yo tenía una casa nueva

deseo tener una casa helados de chocolate y dulce de leche y vainilla y no me importa porque son ricos

yo sueño con princesas del mar y son buenas y hay algunas que son malas porque no le gustan las princesas y a las buenas le gusta los perritos

que a mi me llevaron presa
tener quince años y ser cantante

mi sueño conocer Hernandarias porque hay silencio y playas

deseo volar para ver el sol


El zapato y la bailarina

Había una vez una bailarina que manejaba su auto mientras comía una manzana.

Miró por la ventana y vio su perro que la seguía, entonces lo llevó a su casa.


El perro quería hablar para que la dueña lo entendiera: Que perdió el zapato de bailar. 
Solo hacia Guau guau. Entonces se le ocurrió llevarlo en la boca. Así ella se dio cuenta. Se lo dejó en la rueda del auto.

La bailarina como premio le dio una flore y le dio de comer y se pusieron a jugar porque le gustó el regalo.

Relato colectivo producido con las Salas de Jardín de cinco. 
En la Escuela Pública Nª 61 Facundo Zuviría, 
durante los talleres de El Arte con la gente 2012

El cangrejo que pinchó el globo


Había una vez un globo verde. Era un globo especial. Estaba feliz.


Se encontró con una muñeca y se puso triste porque ella tenía un caracol. El globo lo quería, porque con él escuchaba el sonido del mar. Por eso se puso triste. 

Recordó una vez en el mar, que un cangrejo lo pinchó con las tenazas.

Y encontró una caja con una linterna adentro. Flotaba en el agua y vio con la linterna el camino para volver a su casa. 


Llegó a ella y una nena lo cosió y lo volvió a inflar.
La amiga mariposa lo fue a visitar y se fueron a volar... y todavía están volando la mariposa así y el globo así.


Relato colectivo producido con las Salas de Jardín de tres y cuatro. 
En la Escuela Pública Nª 61 Facundo Zuviría, 
durante los talleres de El Arte con la gente 2012



miércoles, 3 de octubre de 2012

Cuando llueve - Por Ricardo Zelarayán


Cuando llueve, ¿quién se moja más? ¿El que corre o el que camina despacio? Adivina adivinador. ¿Nunca se sabrá?
Cuando llueve, el mosquito se moja menos que el elefante, y la mosca menos que el tigre y que las pulgas del tigre. Pero, ¿qué no daría el mosquito por tener la sombra de un elefante y la mosca la sombra de un tigre?

Cuando llueve, nadie quiere mojarse pero todos se mojan, menos los que consiguieron ponerse debajo de algo, techo o paraguas, que son casi todos. Así no vale.
Cuando llueve, el árbol que hace sombra de sol, hace sombra de lluvia
Cuando llueve, no se puede volar o se vuela menos. Y los pájaros buscan un árbol frondoso o un alero, porque nadie les enseñó a cubrirse con las alas.
Cuando llueve, a los mares o a los ríos ni les va ni les viene, porque nunca se mueren de viejos. Las lagunas y los lagos no están tan seguros y, cuando llueve, sonríen encantados.

Cuando llueve, es la fiesta de los sapos. No hay mal que por bien no venga.
Cuando llueve, fracasa la casa que no podemos terminar, como el fuego al aire libre que no podemos encender.
Pero... cuando llueve, las gotas se dan al fin un baño de tierra.
Cuando llueve, tu pelo se moja mucho y tus ojos nada... porque están bajo techo.
Cuando llueve, no hay canto de pájaros.
Cantemos nosotros al ritmo del aguacero.
Cuando llueve, es mejor que sea en verano que en invierno, es cierto.
Pero... nunca se sabrá si se moja más el que corre o el que camina despacio.

Subir, bajar y otros sueños más - Por Ricardo Zelarayán

El agua puede bajar por una escalera pero no puede subir, lo mismo que la pelota.
La hormiga no sólo puede subir y bajar, por una escalera y por todas partes, e incluso caminar cabeza abajo.
La mosca camina poco, pero puede posarse tranquilamente en cualquier lugar, cabeza abajo o no. En el techo, por ejemplo, como el mosquito.
El gato se sube por los árboles y las paredes, pero hasta ahora nadie ha visto nunca caminar a un gato cabeza abajo por el techo.
A las cosas y a muchos bichos hay que subirlos porque se pueden caer desde cualquier parte que no sea el suelo, aunque también pueden caerse en el suelo. No hay que confundir el piso con el suelo (las plantas crecen en el suelo, no en el piso. O en un pedazo de suelo -maceta- instalado artificialmente sobre el piso). Además, puede haber un subsuelo, que sería mejor llamar subpiso
Y como no todo es caer, hay que caer en la cuenta, de que, por ejemplo:
El loro aprende a hablar cuando no lo dejan volar.


Los gatos odian el agua pero adoran los pescaditos.


Los murciélagos son los únicos ratones que vuelan y no les gusta el queso.


Pero cuando uno sueña se da el gusto de caminar no sólo por el techo sino también por el cielo -el techo del mundo-, que además puede comerse porque es azul y dulce. Y uno puede bañarse en las nubes con la lluvia que caerá mañana, aquí o en otra parte, y después caer directamente como una gota o una pelota o deslizarse suavemente como un pájaro sobre las hojas de los árboles.
Y, aunque sueñe que soy un murciélago, me sigue gustando el queso. Y puedo soñar que soy un gato sumergiéndose en el río para hacerles cosquillas a las mojarritas y algo más...

Y como hay sueños rosados y negros, en mis negras pesadillas sueño que soy una lenta polilla que dos manos enormes tratan de aplastar.
A veces, muerto de susto, sueño que soy un piano de cola que cae desde el piso 22...
Felizmente, al tocar el suelo, el piano rebota musicalmente, sube y vuelve a caer como una pelota e incluso puede subir por la escalera... hasta que me despierto.
Otras veces, sueño que soy un acordeón que rueda feliz por una pendiente interminable, sonando siempre.
Subir y bajar, soñar y sonar. Hay sueños sin eñe y sonidos con eñe. 

El vaso no quiere asomarse - Por Ricardo Zelarayán

La vieja botella, que nunca se arruga, me dice siempre que yo no soy más que un vaso de docena, lo que es mucho decir porque quedamos nueve.
¿Pero qué podré entender yo de viejas, de arrugas y de docenas? Lo que yo sé es que hay un borde al cual no conviene asomarse.
Debajo del borde de la mesa está el abismo...
Aunque siempre, hasta ahora, hay manos cerca que nos salvan. Y tampoco sé si esas manos son mías o de otros.
La botella vieja me ha dicho también que ella y yo somos inventos difíciles de mejorar, que tenemos una historia larga y que si no existiera el vidrio no seríamos nada. ¿Pero por qué tengo yo que ser vaso y botella ella, en vez de ser vidrio de ventana o de anteojo?
Y bueno, así nos han hecho, por lo menos a mí, con la boca siempre abierta para llenarnos. Por eso nos cuidan tanto, le digo a la vieja botella. Pero ella no me deja hablar ni quiere oírme, porque sabe que soy un vaso de una docena de nueve, ¡vieja bruja!
Está bien que los chicos me llenen de arena después de tomar la leche. Está muy bien que me pongan una rosa, alada, inquieta como una llama. La música de la cucharita despierta alegremente mi corazón adormecido. Me encanta cuando me llena la lluvia, y si no fuera por ese maldito borde, me escaparía al patio o al balcón cuando oigo llover.
No es cuestión de llenarme con lo primero que venga. Porque boca abierta arriba como soy me ha caído de todo. Boca abajo, en cambio, he conocido una luciérnaga.
Perdón, una hormiga me hace cosquillas en mis labios siempre abiertos. No te caigas porque no podrás salir hasta que me laven...
Y ahora me hacen rodar en medio del agua: me están lavando. De paso, muy de pasada, conozco una copa mimosa y muy mimada.
¿Será mi novia? Yo no sé nada.
De pronto me dejan solo. No veo ni el borde. No hay una mano. No se oye ni el rezongo de la vieja botella. ¿Qué estará pasando?
De pronto una botella de cuello largo. Más fea que los anteojos... No gané nada.

lunes, 1 de octubre de 2012

La confesión de un paraguas - Por Ricardo Zelarayán



Vivo casi siempre en un rincón oscuro, pero cuando llueve me abro como una flor. Rara vez he visto el sol. Apenas lo recuerdo. Apenas me lo imagino.
Soy un ala redonda a la que no dejan volar.
Me han dicho que en realidad soy un techo que camina, un techo ambulante que aparece cuando llueve.
Me abren y enseguida me inflo como un pavo y siento caer la lluvia sobre mí.
Soy un paraguas para atajar mil lluvias:

chaparrones, aguaceros, garúas
lloviznas... En fin, toda la familia...

Después cuando me cierran, me siento mustio, marchito como una flor o peor... como un fosforo apagado. Menos mal que me llevan abierto cuando hace rato dejó de llover.
Y cuando estoy abierto me siento un ala prisionera, la única ala hecha para mojarse cuando llueve. Y entonces quiero escaparme en serio, escaparme volando... Pero me tienen bien sujeto por ese dichoso mango traidor. Ni los pájaros ni los barriletes vuelan cuando llueve. Yo, en cambio, quiero volar en medio de la lluvia hasta verle la cara al sol.
Ni flor ni pájaros. Flor negra, pájaro negro, me han dicho alguna vez. Y hasta dicen que es de mal agüero llevarme creyendo que va a llover.
Tal vez por eso me olvidan con facilidad. El nuevo dueño siempre me cuida más que el que me perdió. Pero, de todos modos, hace conmigo lo mismo que el otro: abrirme, cerrarme, sujetarme, olvidarme... Y así se va la vida.
Me han hecho para navegar por la lluvia como una canoa al revés.
Somos todo un pueblo que aparece con la lluvia. Brotamos como los hongos cuando comienza a llover.
Pero ya somos creciditos. Es hora de soltarnos y dejarnos volar. Tenemos que esperar un descuido para escaparnos como los globos. ¡Ah! ¡Cuándo seremos paraguas sin mango!
Al final uno se parece al pelo y las uñas, que quieren crecer y seguir creciendo siempre... ¡Y los cortan! Pero éste ya es otro cuento.