Espacio para pensar(nos) gremial y pedagogicamente desde Seguí y en nuestro quehacer cotidiano como Docentes y Estudiantes.

viernes, 14 de septiembre de 2012

La nona Insulina - Ema Wolf


A me­di­da que pa­sa­ban los años la cara de la nona In­su­li­na se vol­vía más lisa y des­arru­ga­da. Las manos más fir­mes, la es­pal­da más de­re­cha. Hasta se no­ta­ba que cre­cía un poco. Con el tiem­po se afir­ma­ron los dien­tes y dejó de usar bas­tón.
Por esa misma época le em­pe­za­ron a gus­tar más los tacos altos que las pan­tu­flas.
En unos años nació su úl­ti­mo nieto; y poco des­pués, el pri­me­ro.
Se ju­bi­ló de maes­tra de piano.
Pron­to le des­a­pa­re­cie­ron las pri­me­ras canas.
Cuan­do quiso acor­dar­se ya fal­ta­ban vein­te años para su ca­sa­mien­to con el joven Beto Fre­go­li­ni. Hasta enton­ces fue crian­do a sus dos hijos, que le daban cada vez más tra­ba­jo a me­di­da que se ha­cían chi­cos.
Más tarde co­no­ció a Beto. Él la sacó a bai­lar un sá­ba­do de car­na­val en la So­cie­dad de Fo­men­to de Carapa­chay.
Allí la nona In­su­li­na pron­to em­pe­zó a ir a las fies­tas acom­pa­ña­da de su mamá.
A los doce años entró en sép­ti­mo grado y es­tre­nó un par de zo­que­tes nue­vos. Ya nunca más de­ja­ría los zoque­tes.
El día que em­pe­zó la pri­ma­ria la nona In­su­li­na gritó como una ma­rra­na cuan­do su mamá la dejó en la escuela.
Por en­ton­ces, se le picó la pri­me­ra muela por lo que iba a ser su gran de­bi­li­dad: los ca­ra­me­los de leche.
El pri­mer po­rra­zo fue a los trece meses, cuan­do se largó a ca­mi­nar.
Des­pués em­pe­zó a ga­tear y a ofre­cer­le su chu­pe­te a medio mundo.
Era la época en que la en­tal­ca­ban para que no se pas­pa­ra.
En cues­tión de se­ma­nas la pu­sie­ron a dor­mir en un moi­sés lleno de moños.
En­se­gui­da, la nona In­su­li­na em­pe­zó a des­per­tar­se cada cua­tro horas para pedir la ma­ma­de­ra.
Una ma­ña­na de se­tiem­bre, muy tem­prano, pegó su pri­mer grito: ¡buaaaaaaa! Le pe­ga­ron una pal­ma­da en el tras­te y des­pués nació.

No hay comentarios:

Publicar un comentario