Espacio para pensar(nos) gremial y pedagogicamente desde Seguí y en nuestro quehacer cotidiano como Docentes y Estudiantes.

viernes, 3 de agosto de 2012

Taller del Viernes 3 de agosto/2012

El invierno nos regalo un día frío, lleno de viento y hojas. Y así nos dispusimos en el Taller, llenos de vientos y hojas jugamos. Nos encontramos después de unas mini vacaciones. Las chicas se pintaron la cara con tizas, y cierto tallerista cayó también y tuvo su rostro decorado por las niñas. 
Nos sentamos en ronda. Nos escuchamos. Y leímos "Monigote en la arena" de Laura Devetach, pero lo leimos cantando. Así ya la tarde se propiciaba para hacer nacer cuento.
Y nuestro cuento nació. Nació jugando al huevo podrido, pero esta vez al distraído le tocaba seguir el cuento que su compañero había comenzado.

Aquí el hermoso resultado. ¿Bien o mal escrito? Ni sé, pero ¡cómo nos divertimos!

En la foto, algunos pocos que nos quedamos a barrer...



Una mujer solitaria
Había una vez una mujer llamada Violeta que vivía en una casita morada. Vivía muy sola y con sus hijos. Era solitaria y no tenía marido. Vivía en el medio del bosque y buscaba la comida de los árboles.
Tenía el pelo porque se lo tiñó. Se lo tiñó porque estaba muy aburrida.
Ya tenemos una chica, ahora vamos a hacerle hacer algo.
Un día se fue a la casa de una amiga con los hijos. Se quedó sola. Porque tenía que cuidar la casa porque su amiga se fue de viaje.
¿Por qué si se fue con los hijos seguía estando sola?
-Porque no tenía amigas.
-Sí, pero la amiga no estaba.
-¿Cómo es la cuestión?
Jugando al huevo podrido, se lo tiro al distraído. Si el distraído no lo ve y huevo podrido es.
-Para. ¿Cómo era?
-Se fue con los hijos a la casa de la amiga y se seguía sintiendo sola
-Ah, sí, sí....
Después limpió y se sintió un poco mejor. Porque estaba con los chicos, en la casa y salió a buscar comida a los hijos.
-Pero, ¿seguías estando en el bosque?
-Sí.
Esta mujer se sentía sola. Pero no sabía porque se sentía sola. Cuando hacia algo para los demás, se sentía un poquito mejor. 
Cuando salió al bosque, buscando avellanas y frutos para comer, se encontró con un Señor que andaba cazando. Ella lo miró al Señor y siguió recolectando frutos. El Señor se le acercó y le preguntó quién era. Se armó una charla, le contó como se llamaba, que se llamaba Violeta y empezaron a hablar de la vida y se hicieron amigos. 
La mujer, Violeta, invitó a su amigo a la casa. Tomaron mate y comieron tortas fritas.
Violeta después agarró los perros y fue a sacarlos a pasear al bosque. Afuera la agarró como una tormenta y los perros se le escaparon. 
Los hijos se acostaron llorando porque eran sus perros favoritos. Pero al otro día se levantaron de la cama y vieron a sus perros ahí.
-Pero nadie cuenta que sucedió con el amigo, ¡el cazador! Que qué pasó, que qué hicieron.
Los perros volvieron porque fue el cazador el que los llevó. Ese día los trajo, y estaba afuera. Los chicos se sorprendieron, una gran sorpresa. 
Fueron a pasear con Violeta y fueron a la casa del cazador a comer tortas fritas, a comer pastelitos y todo eso.
-Para que piense. 
-Vos sos la ultima Casi, así que tenes que darle un final.
-¿Un final? ¡Oh!
-Y al final se enamoraron y listo. Jajaja.
-Y payaso plin plin. 
Al final Violeta fue feliz con el cazador, y comieron muchas frutas, verduras, tortas fritas, frutillas y tomaron bebidas. De tanto tomar bebidas, y comer todas esas cosas engordaron. Y vivieron felices para siempre y ¡explotaron!





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